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Simulacros MIR: cómo sacarles partido de verdad

Simulacros MIR: cómo sacarles partido de verdad

 

Los simulacros son una de las herramientas más potentes para preparar el MIR, pero también pueden convertirse en un reto si no se gestionan adecuadamente.

Un simulacro que no sale como esperabas puede hacerte replantear tu estrategia de estudio.

El objetivo de este artículo es justo el contrario: ayudarte a que cada simulacro trabaje a tu favor y se convierta en una pieza más de tu entrenamiento, no en un obstáculo.

Cuántos simulacros hacer: calidad antes que cantidad


No existe un número mágico, pero sí una idea clave: más simulacros no siempre equivalen a una mejor preparación.
 

  • Para muchos opositores, 1 simulacro completo a la semana, bien analizado, es más útil que 2–3 sin revisión.
     
  • En fases iniciales puedes optar por bloques parciales (p. ej., 50–75 preguntas) para entrenar el ritmo y la resistencia sin que se te haga cuesta arriba.
     

Lo importante es que el simulacro encaje en tu semana y que tengas tiempo real para revisarlo. Sin revisión, es solo un número más en la estadística.

El día del simulacro es un “mini MIR”


Para que tenga valor, el simulacro debe parecerse al examen real:
 

  • Hazlo a la misma hora (o similar) a la del MIR.
     
  • Respeta el tiempo completo y las condiciones: sin móvil, sin interrupciones, sin consultar apuntes.
     
  • Intenta replicar incluso detalles prácticos: agua, bolígrafos, ubicación en la mesa.
     

Este tipo de ensayo reduce la incertidumbre del día del examen y entrena tu resistencia mental y física. Cuanto más familiar te resulte el formato, menos espacio ocuparán las sorpresas.

Revisar no es volver a leer el enunciado


La revisión es donde el simulacro se convierte en aprendizaje.

Puedes seguir este esquema:
 

  1. Clasifica las preguntas falladas en tres grupos:
     
    • No me sabía el contenido.
       
    • Dudaba entre dos opciones y elegí la incorrecta.
       
    • Leí mal el enunciado o me precipité.
       
  2. Actúa según el tipo de error::
     
    • Si no te sabías el contenido → añade ese punto a tu lista de repasos.:
       
    • Si dudaste entre dos opciones → anota por qué la correcta lo era y qué pista del enunciado se te escapó.:
       
    • Si fue un error de lectura → revisa tus hábitos (prisas, no subrayar, no releer) y ajusta tu manera de enfrentarte a las preguntas.:
       

Revisar así lleva tiempo, pero es lo que convierte un número de neta en una mejora real.

Usar la neta como brújula, no como etiqueta


Algunas ideas para poner la neta en contexto:
 

  • Compárate contigo mismo: mira la tendencia de las últimas semanas, no solo el último resultado.
     
  • Ten en cuenta el momento del calendario: un descenso tras una semana especialmente intensa o un tema nuevo puede ser completamente esperable.
     
  • Utiliza cada simulacro para decidir qué ajustar: más repaso de ciertas áreas, cambios en la estrategia de marcado, ajustes en el ritmo, etc.
     

La neta es una brújula que te orienta sobre dónde mejorar, no una etiqueta sobre tu valía ni sobre tu futuro como médico.

Organizar el “día después del simulacro”


El día posterior al simulacro suele sentirse diferente: estás más cansado, con menos ganas de volver a empezar o con la cabeza dando vueltas a algunas preguntas.

Planificarlo ayuda a que no se convierta en un día improductivo.
 

  • Asume que el día del simulacro ya es un día exigente.
     
  • Para la tarde, puedes reservar tareas más ligeras: revisar solo fallos, hacer tarjetas, repasar esquemas o actualizar tu planificación.
     
  • Incluye una actividad clara de desconexión: quedar con alguien, ver una serie, pasear, hacer algo de ejercicio suave.

Cuando los simulacros se hacen cuesta arriba


Puede haber épocas en las que cada simulacro parezca más pesado de lo habitual o en las que te cueste más sentarte a hacerlos. Algunas ideas sencillas pueden ayudarte a darles la vuelta:
 

  • Redefinir el objetivo del simulacro: no es demostrar cuánto sabes, sino descubrir en qué puedes mejorar. Es un mapa de trabajo, no un veredicto.
     
  • Normalizar los simulacros “regulares” o “malos”: formarán parte del camino, incluso cerca del examen, sin que eso signifique que tu preparación va mal.
     
  • Cuidar el contexto: dormir lo suficiente la noche anterior, llegar con tiempo, evitar improvisar el horario o el lugar donde lo haces y reservar un rato después para desconectar favorecen que la experiencia sea más llevadera.

 

Si en algún momento notas que la preocupación por los resultados ocupa demasiado espacio en tu día a día, compartirlo con tu entorno o con un profesional sanitario puede ayudarte a recolocar las expectativas y a recuperar perspectiva. Pedir ayuda también forma parte de una buena estrategia a largo plazo.


 

DOC.7540.122025

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